domingo, 22 de noviembre de 2009

LA BATALLA POR EL IDEAL PERIODÍSTICO

“El periodista influye sobre las circunstancias, los hechos y las conductas políticas, sociales y económicas de su país. En suma considero que el autentico comunicador social es también un autentico líder, un dirigente: es un periodista especializado. Pero más que eso: además es un conductor; es un hombre que mueve voluntades desde su mesa de trabajo; es un hacedor de dirigentes; es un disparador de revoluciones, es “el hombre que se necesita”, ¿Para qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? Para todo, en todas partes y ahora mismo”.
Manuel Buendía[1]


Los medios alimentan a la sociedad, es el responsable de equilibrar las necesidades informativas que transitan en el mundo entero, se analizan contextos políticos, sociales, mueven masas y dictaminan marcas de consumo, pero existen temas de terrenos delicados que casi ningún medio quiere hacerse responsable ¿Por qué existen temas que no pueden ser abordados, si se supone que los medios se crearon para informar a la ciudadanía? Existen detalles en las organizaciones políticas, sociales y mediáticas que suceden en el mundo y son suprimidas a los ojos del público, hay muchas cosas que desconocemos o conocemos a medias y los medios nos muestran el análisis superficial de un trasfondo con una rica información de verdad que muy pocas veces llega a ser juzgado.

Muy pocas personas, analistas periodísticos, reporteros o investigadores buscan destapar estas verdades, personas idealistas que tienen firmes sus convicciones de rigor profesional y personal, de libertad de expresión, de ética y de moral ciudadana, que se atreven a involucrarse demasiado en temas delicados, que llegan a ser modelo para las nuevas olas de generaciones de periodistas principalmente, pero son ejemplo a seguir para cualquier profesional de cualquier área laboral que busque democracia, que busque la ética no como un ideal sino como una contraposición a este mundo tan descabellado en el cual vivimos, pero muchas de estas personas que se atreven a ir contracorriente son mutilados de los medios, se vuelven víctimas de su propio éxito, tal es el caso de Manuel Buendía, hombre comprometido con su trabajo, solidario, preocupado por respetar su oficio guiándose siempre por el mejor de los caminos profesionales.

Y resulta inevitable preguntarse por que estos anhelos de justicia, se tornan dolorosos, al ver el vacio de información en el desentendimiento de estos eventos de impunidad, son apenas mencionados por nuestros actuales analistas periodísticos y exista tan escasa descendencia profesional en el compromiso profesional, como estas personas que han muerto por su deber, personas que cuestionen los modelos desarrollistas, personas que critiquen al sistema autoritario de control político en los espacios de los actuales medios, periodistas que buscan alcanzar la excelencia profesional sin corromper su esencia, ¿Será acaso que existen relaciones y convenios mediáticos a favor de la conveniencia y de la comodidad?.
Hay conveniencias de poder de las cuales desconocemos, ¿Por qué los medios guardan información? ¿Es para el bien del pueblo? ¿O para bien de intereses políticos? ¿Quiénes son los que se benefician al tergiversar la información verdadera de las irregularidades de corrupción, violencia o de cualquier otro tipo?

Por aquellos años de 1957 cuando por primera vez Manuel Buendía publica de manera irregular en la columna Red Privada, las columnas políticas comenzaron a hacerle frente a los escaparates de las figuras de poder, columnistas preocupados en el manejo de los asuntos de la nación haciendo fuertes observaciones de análisis. Buendía por su parte encuentra y documenta, conjuntos de poderes por personajes e instituciones meticulosamente haciendo sumamente peligroso su trabajo pero que de esta manera, solo así se comenzó a buscar mediante el periodismo una rebelión ante este poder dentro del cuarto poder desafiando la impunidad. A mediados de los años setenta, al hacerse tan famoso su género columnístico, comenzó a desencadenarse un boom de columnistas, tanto que Jacobo Zabludovsky escribió en 1978:



“Nunca antes tantos periódicos tuvieron tantas columnas para tan pocos políticos. Si contamos con rigor los políticos profesionales, los de tiempo completo, a los políticos que hay en el país tal vez les toque columna y media por cabeza”.

Buendía publicaba en sus columnas de Red Privada panoramas preocupantes en actos ilícitos como la corrupción gubernamental al darse cuenta que cabecillas de los grupos de narcotraficantes habían formado parte del ejercito y con estas nuevas redes de corrupción que comenzaban a darse a notar no existía ninguna reacción gubernamental y por el contrario comenzaban a tener influencia política decisiva en el sucio negocio entre la complicidad de altos funcionarios públicos a nivel estatal y federal, se obsesiono con las actividades de la ultraderecha mexicana y en su relación estrecha con grandes empresarios del país y indagó sobre las intromisiones de la CIA en México pues descubrió que existían agentes de la CIA infiltrados en la embajada de los Estados Unidos y que ingresaban al país disfrazados con títulos de empresarios, políticos o militares.

“La CIA ha cometido asesinatos y ha participado en la promoción de conductas antisociales. Creo que es necesario que se le eche luz, aunque sea tan poquita luz como la que da mi linterna, pero que siquiera alguien evidencie sus triquiñuelas”.[2]


Todos estos temas entre otros fueron publicados en su columna Red Privada en donde escribió por más de 26 años e ingresó a El Universal en 1978 donde escribió por más de tres meses y llego a ser conocido a nivel nacional pues su columna era impresa en muchos periódicos del país y debido a su afán y su lucha por buscar significados a las preocupaciones que demandaban los lectores y valiente a su propósito de exhibir el poder periodístico, el 30 de mayo de 1984 saliendo de su oficina fue emboscado, sorprendido y muerto de un tiro en la espalda por Rafael Ávila Moro, el cual se dice ser chivo expiatorio al ser en enviado por el entonces responsable de la Dirección Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla. El crimen fue en realidad una advertencia al mundo periodístico buscando infundir miedo y callar los comportamientos neoliberalistas de los reporteros que a partir de Buendía en los años cincuentas construyeron un camino observador y alerta al tratar de reformar los equívocos rumbos del sistema y de los comportamientos del poder mediante las publicaciones de su labor columnístico.

Muchos periodistas han muerto de esta manera, personas que han perdido la vida por revelar sus ideas en el ejercicio de su profesión y en la denuncia de corrupción, “matando al mensajero” ha sido practicado de forma permanente durante las últimas décadas. Comienza por amenazas, chantajes, agresiones físicas, extorsiones y que terminan en el recurso extremo, la muerte, al no llevarse a cabo el quebrantamiento de los principios éticos de un comunicador tales como la censura o la corrupción, estas manifestaciones son propios de la realidad en la que está inmersa la labor periodística, por un lado la presión que ejercen los marcos constitucionales que rigen al país, los partidos políticos, la injusta práctica en la libertad de expresión mediática que se encuentra callada y sumisa ante las comodidades que brinda el poder. Por todo lo anterior, el periodista tiene la obligación de rectificar la información, de favorecer el acceso de los ciudadanos a la información, sin promover intereses privados que vayan en contra del bien común, pero así como tiene derechos por ley, como la libertad de expresión y dádose toda esta ola de violencia, el periodista deberá respetar el derecho a la vida privada y la dignidad humana, respetar la propiedad intelectual y se abstendrá a realizar cualquier tipo de plagio, respetando los valores universales y la diversidad cultural.

Es un deber ético que el periodista lleve su labor profesional por el buen camino, pues su trabajo tiene un valor importante ante las masas pues, podría afirmar que todas las personas en el mundo entero o por lo menos la mayor parte, saben de los acontecimientos que suceden en la vida diaria gracias a la radio, a la televisión, a los periódicos y, en esta nueva era globalifóbica a la internet, y será responsabilidad del periodista hacer uso de sus principios deontológicos en el ejercicio de su profesión, deberán divulgar hechos verdaderos, descubriendo sucesos importantes para informar al ciudadano ferviente por tener en sus manos hechos claros y transparentes, combatiendo sin relevo los actos ilícitos con el fusil humeante de la divulgación de la información, del análisis y la opinión, de regalar al mundo noticias de hechos reales y concisos sin omitir información importante, lejos de la mentira que manejan ciertos colegas en el ejercicio de su profesión, nosotros los nuevos y futuros comunicadores, investigadores, periodistas y reporteros, tenemos una vocación de ser, aquí y ahora, una gran cadena de individuos posmoralistas, personas integras con actitud reflexiva, con capacidad analítica, unidos por la necesidad de combatir la censura, el impertinente acoso de los funcionarios que buscan al periodista para sobornarlo y de esta manera tapar sus trabajos sucios ante los ojos del pueblo.


El periodista no debe tener miedo de estructurar sus derechos, sus principios y deberes a los que deben someterse para llevar a cabo su honesto y tan importante trabajo diario, está en nosotros comprometernos a las necesidades ideales que exige nuestro país y de esta manera hacer justicia a todas estas almas que se han quedado impunes, en el ejercicio de su deber como periodistas, el deber como ciudadanos de informar y ser informados.

[1] Prestigioso columnista mexicano autor de Red Privada, revitalizo el género de la columna periodística y asesinado por hacer investigaciones donde divulgaba, criticaba y publicaba irregularidades del gobierno y del poder.
[2] Omar Raúl Martínez Director de la Revista Mexicana de Comunicación y Presidente de la Fundación Manuel Buendía A. C. Tomado de: Revista Mexicana de Comunicación, Núm. 86, abril - mayo 2004.




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