domingo, 22 de noviembre de 2009

LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO

Desafortunadamente desde la aparición del internet, las nuevas tecnologías en la televisión y otros medios nos hemos acostumbrados a obtener la información ya digerida, aunque por una parte estos medios visuales nos facilitan más la obtención de información en menor tiempo y por lo tanto nos da tiempo de hacer otras cosas a la vez, la información que nos llega capta mas nuestra atención por las imágenes y no se nos hace tan tediosa, pero no todo lo que nos podría servir nos lo proporciona la cultura audiovisual, en los libros podemos encontrar una mayor concentración en lo que estamos leyendo, además de que podemos observar la gramática que deberíamos aplicar en nuestra ortografía y otras enseñanzas que aplicamos en otros aspectos de la vida cotidiana, con esto no quiero decir que los medios audiovisuales son dañinos, pero los libros es un material que no debemos dejar a un lado.

México es uno de los países donde menos se cultiva el hábito de la lectura debido a la influencia de la cultura visual que se ha establecido como la única manera de adquirir información y entretenimiento.

El escritor Mario Vargas Llosa señala se vivimos en una civilización acostumbrada a huir de la reflexión y todo lo que no sea divertido, en cambio preferimos el amarillismo periodístico, el sensacionalismo, la espectacularización en los programas, el consumismo y la frivolidad mediática que nos regala la política. Nuestro único fin en nuestra tabla de valores es escapar del aburrimiento, es pasarla bien entretenidos con una cultura audiovisual que nada nos aporta.

La esencia más pura de la literatura, el cine, la política, el periodismo ha desaparecido a consecuencia del síntoma mediático de la sociedad, esto ocurre porque existe una total apatía y rechazo a todo lo que recuerda que “la vida no sólo es diversión, también drama, dolor, misterio y frustración. El primer lugar de los valores, de las prioridades, lo ocupa el entretenimiento. Divertirse, escapar del aburrimiento es la pasión universal”, argumenta el autor.

El periodismo vive un momento muy difícil, y no es necesario que un escritor nos lo haga saber, es indudable que es notoria la diferencia entre el amarillismo y la noticia seria, y es triste saber que es el amarillismo el que protagoniza las revistas y periódicos del día ya que es lo que entretiene y capta el interés del lector.

Recuerdo mucho una conversación con un profesor de periodismo que nos decía que la nota roja es la sección, en una empresa periodística, que la tachan de baja categoría y donde pocos periodistas quieren trabajar, pero sin ella ni los dueños de la empresa subsistirían y es totalmente cierto, los productos vendibles en nuestra era del espectáculo es el escándalo, el morbo, el chisme e incluso la calumnia.

Es claro ver, que si la sociedad prefiere que le faciliten la vida y sea visualmente digerible no debería extrañarnos que la nula lectura que elijamos sea fácil, leve, ligera; en resumen, divertida. Hace poco leía un artículo que afirmaba que los jóvenes preferían los cuentos ficticios, de magia y fantasía como Las Crónicas de Narnia, Harry Potter y la saga de moda Crepúsculo en pocas palabras literatura basura, que los autores intelectuales que critiquen el mundo controlado por la publicidad y la banalización de la cultura, de nuestras costumbres y de lo que hacemos, vemos, decimos o leemos, que se encuentra basada en la moda que en la calidad. Donde los medios que no tienen ni ideas ni profundidad, solo imágenes que vender, son los que tienen el control y donde su público, la sociedad acostumbrada al mínimo esfuerzo intelectual, la que prefiere la imagen que la idea, sigue demandando lo “light”, el consumo y el mercado; donde el sensacionalismo es el corazón de las revistas y los valores como la ética, la verdad y el respeto se encuentran peleados con el periodismo.

El problema no se arregla mandando a la guillotina a los que ayudan a que esta era del espectáculo siga haciendo de las suyas. Se trata de un problema cultural y la cultura de nuestro tiempo, nosotros mismos aceptamos y amparamos todo lo que entretiene y divierte, en todos los dominios de la vida social, y por eso, las campañas políticas y las justas electorales son cada vez menos elaboradas en ideas y propuestas, y cada vez más eventos publicitarios, espectáculos en los que, en vez de persuadir y dejar ideas, los candidatos de los partidos tratan de seducir y excitar, apelando, como los periodistas amarillos, a la diversión que exigimos antes que la inteligencia y la razón.

El abandono de cualquier práctica intelectual retrasa el desarrollo cultural de una sociedad, hay que dejar de aceptar y de amparar este entretenimiento.



No hay comentarios:

Publicar un comentario